-”¿Has oído, hijo? volvamos a casa.”
Al día siguiente, el padre monta al hijo en el burro y él camina a su lado. La gente del pueblo al verlos exclama: “¡Qué hijo más despreciable, no respeta a su viejo padre y lo deja ir a pie!.”
-”¿Has oído, hijo? volvamos a casa.”
Al día siguiente se montan los dos en el burro. Y la gente del pueblo exclama: “¡Éstos no tienen corazón, cargando de ese modo al pobre animal.”
-”¿Has oído, hijo? volvamos a casa.”
Al día siguiente salen cargando ellos mismos con sus cosas y el burro detrás. La gente del pueblo les grita: “¡Miradlos, cargando ellos mismos con sus bultos!¡El mundo al revés!.”
-”¿Has oído, hijo? volvamos a casa.”
Al llegar a casa, el padre dice al hijo: “Me preguntaste cual era el secreto de la felicidad. Da igual lo que hagas, siempre habrá alguien que te critique. ¡Haz lo que te gusta o lo que juzgues que debes hacer, y serás feliz.”
El alma del mundo, Frédéric Lenoir
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