La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.
Enrique Heine
Los Renglones Torcidos de Dios nos sumerge en el mundo de la enfermedad mental y nos hace preguntarnos en muchas ocasiones dónde acaba la cordura y empieza la locura... El autor, Torcuato Luca de Tena, estuvo ingresado en un hospital psiquiátrico con el único fin de documentarse bien para la novela, y se nota. Lo leí hace tiempo y está en mi estantería de "favoritos". No sólo me pareció original y emocionante, sino que además aprendí mucho sobre trastornos mentales y el comportamiento de estos "renglones torcidos".
Os dejo un fragmento para abrir boca:
-¿Quiere decir usted que desprecia las artes; que las considera algo trivial, y a quienes las practican gentes desocupadas que no tienen otra cosa que hacer?
-¡Nada de eso, doctor! ¡Considero que el arte es tanto más sublime cuanto mayor es su inutilidad!
-Explíquese mejor.
-El hombre es el
único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la
subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta
comer alimentarse, sino que condimenta los alimentos, de modo que añaden placer
a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigarse, sino
que añade, a esta función tan elemental, la exigencia de confeccionar su ropa
con determinadas formas y colores. No se contenta con cobijarse, sino que
construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su
necesidad: lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo
o el nido de la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted
puesta? ¿De qué le sirve al estómago una salsa cumberland o un chateaubriand a
la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o las
orlas en forma de signos de interrogación de los hierros que sostienen el
pasamano de una escalera? Pues bien: todo eso que está inútilmente añadido a la
pura necesidad... ¡ya es arte!
[...]
-Pues bien
-continuó Alicia-. En el momento mismo en que el espíritu creador del hombre se
despegó incluso de la necesidad primaria para producir sus lucubraciones,
nacieron las grandes Artes: la Poesía, La Danza, la Música y la Pintura.
[...]
Que queda por
último, la Música. ¿Qué mayor inutilidad que unir unos ruidos con otros ruidos
que no expresan directamente nada y que pueden ser interpretados de mil
distintas maneras según el estado de ánimo de quien los escuche? ¿A quién
alimenta eso? ¿A quién abriga? ¿A quién cobija? ¡A nadie! La Música es la más
inútil, biológicamente hablando, de todas las Artes y, por ello, por su
pavorosa y radical inutilidad, es la más grande de todas ellas; la menos
irracional, la más espiritual, la más humana,
[...]
Quedó mudo el doctor y observó
descaradamente –entre compadecido y admirado- a aquella singular mujer,
inteligente, sensitiva, fina, atacada de una enfermedad aún sin diagnosticar.
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