Me sorprende que en pleno siglo XXI tanta gente se escude en la antigüedad de sus costumbres para justificarlas. Dicen las palabras mágicas "¡Siempre se ha hecho así, por algo será...!" y no necesitan más argumento. Además, si intentas rebatir esa idea serás un bicho raro que no asume las costumbres de su comunidad. "¡Tú no vas a cambiar lo que se ha hecho toda la vida!", "¡no me líes!", "¡las tradiciones hay que mantenerlas!" La tradición enriquece, sí, pero no puede ser nuestra única fuente de conocimiento.
La apelación a la tradición o "ad
antiquitatem" es una falacia de la lógica que implica que porque algo se
haya hecho de una manera concreta durante mucho tiempo, es razón suficiente
para mantener ese hábito y considerarlo verdadero. Según esta falacia, la tauromaquia es buena porque
corresponde a una tradición ancestral, participamos en actos religiosos y veneramos a sus figuras porque es lo que me enseñaron
de pequeño, las mujeres deberían ocuparse de cuidar del hogar porque así se ha
hecho en el pasado, y un largo etc.
Si todas las tradiciones son buenas y deben
mantenerse, esto incluiría a las luchas de gladiadores, la lapidación o la
quema de brujas en la Inquisición, por ejemplo. Hoy en día algunas de estas
prácticas nos parecen descabelladas, gracias a que tiempo atrás personas que
no se dejaron llevar por esta trampa argumentativa apostaron por
el progreso. Seguramente generaciones futuras opinen lo mismo de lo que hoy se
hace en las corridas de toros...
Algunas de las razones que dieron lugar a
determinados hábitos en el pasado, hoy ya no existen y, por lo tanto, la
tradición deja de tener sentido. A veces nos convertimos en víctimas de
nuestras costumbres, que nos vuelven resistentes al cambio y no nos dejan
evolucionar. Salir de nuestra zona de confort y cuestionarnos el
sentido de lo que hacemos es necesario para adaptarnos a nuevos entornos y
situaciones de una sociedad en constante transformación.
A continuación os dejo un vídeo sobre cómo aceptamos los paradigmas impuestos.
No actuemos como una oveja más del rebaño y preguntémonos el motivo de nuestros actos. Quizás sea verdad que en ocasiones los monos muestran un comportamiento casi humano, ¡o quizás seamos los humanos los que en ocasiones nos comportamos como monos!