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martes, 19 de mayo de 2015

La vasija agrietada

Cuento hindú sobre la aceptación de los defectos...

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros.
Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba todo el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua. Durante dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: “Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.”
El aguador, apesadumbrado, le dijo compasivamente: “Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.”
Así lo hizo la tinaja. Y en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo del trayecto, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces: “¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi madre. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.”

                  

lunes, 4 de mayo de 2015

El cuaderno de Noah

Yo todavía leía los libros de El barco de Vapor cuando llegó a mis manos El cuaderno de Noah.
No tenía dibujos y la letra era un poco pequeña. La portada tampoco resultaba especialmente atractiva, pero no era muy largo y a mi me gustaba leer. ¿Qué podía esconder un libro de mayores?

Mi curiosidad me llevó a descubrir que tras esas páginas amarillentas había una preciosa historia de amor. Amor de verdad. El cuaderno de Noah me abrió una ventana a un mundo adulto donde los enamorados se besaban, hacían el amor, y también sufrían.

Nunca escuché a nadie hablar de este libro hasta que años más tarde se estrenó la conocida versión cinematográfica. De repente todo el mundo hablaba de El diario de Noah, y yo me sentía el único ser en el mundo (o por lo menos de mi generación) que ya conocía esta historia antes de hacerse viral.

No sabría con qué versión quedarme, pues el libro lo leí hace muchos años. Lo que sí recuerdo es que dejé un papelito dentro, a modo de marcador, para releer siempre que quisiera aquella carta de Noah hacia Allie que tanto me gustaba. Hoy, vuelvo a abrir el libro, y ahí sigue la página señalada. Quizás ya no me emocione tanto, pero siempre es bonito encontrar pistas de lo que un día nos hizo vibrar.